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Aunque en muchos países la tendencia es practicar cesáreas para evitar las consecuencias de un parto traumático, en general, una cesárea programada se considera una cirugía de riesgo. No hay ninguna garantía de que no dejará secuelas. Por lo tanto, solo se recomienda programar una cesárea en caso de complicaciones previas en el suelo pélvico, como prolapso, lesiones o incontinencia urinaria grave.

Cada vez que comes o bebes, tu cuerpo absorbe líquidos. La función de los riñones es filtrar los residuos de estos líquidos y eliminarlos del cuerpo para así producir la orina. Las pequeñas gotas pasan continuamente de los riñones a la vejiga, que se va dilatando poco a poco. Cuando está llena, el cerebro recibe la señal de que ya es hora de ir al baño. Para que la orina se elimine, el cerebro envía órdenes para que el músculo más grande de la vejiga se apriete y se contraiga. Al mismo tiempo, envía la orden a los músculos de apoyo (o del suelo pélvico) que rodean la uretra (la salida de la vejiga) para que se relajen y dejen pasar la orina.